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Antes de comenzar a hablar sobre qué sucede en nuestro cuerpo cuando hacemos ayuno, resulta clave comprender aquellos procesos de nuestro cuerpo que se repiten constantemente en nosotros.
Para empezar, cuando comemos extraemos los azúcares de los alimentos para usarlos como energía, es por eso por lo que suben nuestros niveles de glucemia sin importar si comemos algo dulce o algo salado. Ahora bien, si no usamos esa energía, la misma se convierte en grasa. Por eso, cuando dejamos de comer, el cuerpo busca abastecerse de esa energía con las reservas que guarda y comienza a alimentarse de ellas.
De igual manera, mientras ayunamos, no solamente estamos consumiendo nuestras reservas de grasa, sino que suceden muchas otras cosas beneficiosas en nuestro organismo. Ahora podrás conocerlas:
Las primeras 2 a 4 horas de ayuno
Entre las primeras dos y cuatro horas de ayuno reducimos la glucemia y bajamos los niveles de azúcar en sangre. Este proceso se llama hiperglucemia y cuando lo atravesamos se activan las hormonas hiperglucemiantes que se encargan de acudir a las reservas de glucógeno que tenemos almacenadas en el hígado. Por lo tanto, durante las primeras horas nos alimentaremos con las reservas de la última comida que se encuentra depositada en el hígado.
Cuando llegamos a las 8 horas de ayuno
A las 8 horas de ayuno empezamos a aumentar hormonas que aceleran el metabolismo de los tejidos, para acceder más rápidamente a las reservas, ya que nuestro cuerpo está sintiendo la ausencia de alimentos y ya recurrió a la glucosa más accesible -la que guardamos en el hígado-.
Aumentamos tanto la testosterona, como la hormona del crecimiento.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo a las 12 horas de ayuno?
A partir de las doce horas de ayuno se acaban las reservas de carbohidratos que tenemos en nuestro cuerpo, por lo que nuestro organismo deberá acudir a las grasas para obtener la energía que necesita.
El proceso por el cual nuestro organismo acude a las grasas para transformarla en energía se llama cetosis, y entrar en este estado depende de cada cuerpo, en general, sucede a las doce horas de ayuno.
La cetosis es un término muy utilizado en estos días, ya que la dieta keto o cetogénica se ha puesto muy de moda en los últimos años y se trata justamente de esto, de mantener al cuerpo en un estado de cetosis constante al eliminar los carbohidratos de la dieta.
Si bien hoy en día el estado de cetosis se utiliza para bajar de peso, en un principio era un proceso médico para mejorar los síntomas de aquellas personas que sufrían enfermedades relacionadas con el cerebro y también cáncer.
Justamente, la dieta cetogénica era y sigue siendo recomendada para pacientes con Parkinson, Alzheimer y Epilepsia, y la explicación es muy sencilla:
En una dieta normal, el cerebro utiliza la glucosa como combustible (esta forma de azúcar proviene de los carbohidratos), entonces, las “centrales eléctricas” de las células -llamadas mitocondrias-, convierten la glucosa en la energía que impulsa todos los procesos vitales, pero la glucosa no significa un gran alimento para nuestro cerebro. Sin embargo, cuando se limitan o eliminan los carbohidratos de la dieta, el cerebro puede comenzar a usar su fuente de combustible secundaria: las cetonas (provenientes de las grasas), las cuales le dan un tipo de energía que le favorece.
Cuando comenzamos a usar las cetonas como fuente de energía, bajan nuestros triglicéridos y colesterol. Además, empezamos a renovar los tejidos, ya que las células están construidas de proteínas y grasas -grasas que utilizaremos y quemaremos-.
Renovar nuestros tejidos es el secreto de la longevidad. Cuando envejecemos es porque nuestros tejidos no se renuevan y acumulamos células que no funcionan correctamente, las mismas son conocidas como senescentes.
Las células senescentes contribuyen a la aparición y progresión de múltiples patologías como cáncer y trastornos neurodegenerativos.
Entonces, tanto el proceso de cetosis (alimentarnos de las grasas de nuestras células), como el de autofagia (alimentarnos de las reservas guardadas en nuestro cuerpo), hacen que ganemos calidad y años de vida. Con relación a esto, ciertos estudios contemporáneos realizados en ratones indican que hacer una comida por día, para potenciar estos procesos aumenta un 30% nuestra esperanza de vida.
Entre las 20 y 22 horas de ayuno
Cuando ya superamos las veinte horas de ayuno, según ciertos científicos -principalmente orientales-, comenzamos a producir células madre.
Ahora que ya conoces todos los beneficios del ayuno intermitente, sólo te queda probarlo y ver por ti mismo cómo impactan en tu cuerpo y tu salud integral los resultados de esta práctica milenaria.
En el caso de que recién quieras comenzar a practicar el ayuno intermitente, te dejamos una lista de productos que pueden serte de utilidad para saber cuándo te encuentres en cetosis o para medir tu glucosa.